Rompo mi silencio de tantos meses para escribir esto, a la vista del caso "Bellavista", que no podemos ignorar.
El resumen de los eventos es que El Bellavista, del vicepresidente del
Sporting, y socio del grupo Gavia, permitió una fiesta privada de 80
personas el 24 de Diciembre, con varios jugadores del Sporting,
periodistas como Juanma Castaño y otras personas. ¿Nos extrañamos de que el Sporting permitiera antaño aquellos desplazamientos de miles de aficionados de otros equipos que venían a Gijón? Aquellos aficionados perjudicaban al Sporting, pero llenaban los bolsillos de los establecimientos del grupo Gavia...
Foto de Nacho Méndez con dos amigas en el Bellavista, hecha viral estos días. |
Con una gran cantidad de material que se ha hecho viral por todas partes, a mi entender sale a la luz de forma muy notable lo que es el actual Sporting. Pero para empezar a escribir esta reflexión voy a hacerlo mediante una historia de ficción, de un universo paralelo, que a continuación relato, en negrita.
Aquella noche, se reunieron en un despacho de unas oficinas vacías en una zona industrial aislada. Máximos representantes de la política y varios personajes acaudalados se encontraron para terminar de ratificar el acuerdo. El Sporting era una de los últimos filones de hacer dinero en la región, o al menos así lo pensaban algunos. Hasta hacia no mucho, grandes empresas en manos del gobierno habían sido liquidadas, con el pretexto de que ni eran rentables ni funcionaban, pero con el objetivo real de sacar una enorme tajada con su venta a grandes capitalistas que no opinaban lo mismo: eran perfectamente rentables. Y de hecho se aprestaron a insuflar su capital, absorviendo la propiedad y enormes beneficios pero presentándose no como buitres, si no como salvadores.
Así, poco a poco, toda la región se desnudó de su tejido productivo. Que se vayan a Madrid, total que más nos da. Y ellos, algunos, mientras reciban pingues jubilaciones no van quejarse de nada. Y así fue todo. El Sporting se saldó, como se saldan los saldos, pero blanqueando las operaciones para que no quedase ningún fleco legal que diese lugar a problemas. Tal y como había sucedido con el resto de empresas que movían a la región.
Aquella noche, después de que los sirvientes públicos traicionaran una vez más al pueblo para llenarse los bolsillos, el Sporting desapareció. Se quedó solo en un nombre, una camiseta y unos slóganes vacíos, detrás de los cuales no quedaron más que la sonrisa de quienes aparecían como salvadores. Si, salvadores. La táctica fue la misma que con las empresas que poseía el gobierno: el club era inviable, había que saldarlo. Otro saldo más.
El caso es que, volviendo a nuestro universo de realidades diversas, vivimos en una Asturias y en este caso en un Gijón donde parece que es cada día más evidente una ruptura entre la gente de clase A y la de clase B. Unos pueden saltarse las normas de la pandemia tan cacareadas por los políticos locales como la en ocasiones dura y muchas veces áspera alcaldesa ovetense Ana González que no pocas ocasiones parece que inspira a la Policía Local para actuar sin piedad contra los negocios de hosteleria locales pero que, en este caso no se personaron en el Bellavista, donde se desarrolló la fiesta de 80 personas. Se divirtieron mucho todos ellos y ellas, subiendo ellas, algunas, fotos y videos a las redes sociales. Parece no conformes con poder saltarse las normas que los demás debemos de seguir a pies juntillas so pena de multas duras, querían enseñar al mundo todo su poderío y su pijerío, de la nueva alta sociedad gijonesa, hecha a base de ladrillos, copeteos y despedidas de soltero.
No esperemos una queja conjunta de los medios "generalistas" (fundamentalmente El Comercio y la SER). Allí los encargados de los deportes y del Sporting son del mismo clan de la "nueva alta sociedad gijonesa". Han ido todos a los mismos colegios. Algunos ni tan siquiera han estudiado periodismo -evitaré dar nombres, pero se puede saber quienes- El caso es tener los buenos contactos que manejan en ese círculo cerrado, donde todos se conocen porque fueron a esos coles de índole concertada y religiosa que pueblan Gijón. Ellos se conocen, son como un club cerrado, una orden judeo-masónica donde se mueven las influencias y los enchufes y al final ahí están ellos "los que saben" -que no se confundan, saben tanto o menos que usted o yo- gracias a sus contactos, que no a sus estudios ni a su valía. Así pues, les deben el favor a quien les metió al puestín, no era de esperar que escribieran o dijeran algo inapropiado. Esperar rigor o periodismo auténtico no es más que una esperanza de tontos.
Y ahora, habría de dirigirme a todos los defensores a ultranza de este "fútbol cantera". El fútbol cantera que nos venden no es más que otro tráfico de influencias. Imaginemos que hay un club de fútbol que en sus categorías fichan una buena parte de sus plantillas de entre hijos de gente de una alta esfera o conocidos de estos. Eso puede llegar a pasar. Ah, y a parte que así se concenden y deben favores sale más barato.
En un equipo de fútbol profesional deben jugar los mejores posibles, no con la limitación del falso "fútbol cantera". El Athletic de Bilbao no solo ficha gente de Bilbao, ni mucho menos. Y ya no digamos el Ajax, que en sus categorías inferiores suele contar con jugadores de todo el mundo.
Al Sporting, solo le queda el nombre. Lo demás es una mentira. A Gijón solo le queda el nombre, lo demás son los barrios. Pero que no se os olvide una cosa: el fútbol es cosa de currantes, no de pijos.
Comentarios
Publicar un comentario