La afición del Sporting se encuentra tímidamente dividida estos días a causa de la agrandadísima figura de Abelardo, el actual ocupante del banquillo rojiblanco. Para unos, los tímidos, el ciclo de Abelardo hace tiempo que se acabó. A pesar de que -tal y como él mismo deseaba- ha tenido más peso en la confección de la plantilla de esta temporada, parece que las cosas han empezado a ir precisamente mal cuando Abelardo parece haber participado en el diseño de la presente campaña.
Para otros, los más ruidosos sobre todo en redes sociales, Abelardo es el número 1, y con el aseguran que van "hasta la muerte". De nuevo sucede como en otras épocas, que una buena parte de la afición se apega al entrenador como si de un caudillo salvador se tratase. Olvidando -o quizá ignorando- que en el fútbol lo que cuenta es el presente, uno de los argumentos empleados para continuar defendiendo a Abelardo como titular al cargo del puesto de entrenador es el de que "nos salvó en los peores momentos". Algo, que ya pasó hace años, por cierto. Es decir, ¿se le va a disculpar el despropósito de esta temporada porque nos salvó?. Es, haciendo una gran exageración, como si a un médico que salvó millones de vidas se le perdonase por apuñalar hoy a alguien con un bisturí y asesinarle.
Abelardistas.
El resto del argumentario a favor de Abelardo es de lo más variopinto, también rancio y pasado de moda: "¿quién lo haría mejor?", "si lo quieres echar, es que estás a favor de los Fernández". Señores y señoras: Abelardo es el hombre fuerte de la familia Fernández. ¿Que no?, si no fuera así, no le hubieran renovado hasta 2020. De nuevo, el "fernandezcismo" se fundamenta en tener un "hombre del pueblo" que atraiga las miradas y los comentarios, escudándose en esta ocasión detrás del llamado "abelardismo".
Y es que esta parte de la afición que parece ser más del entrenador que del equipo, aparentemente está deseando el advenimiento de un héroe o un salvador que caiga del cielo apra guiarles hacia no se sabe que parte o que destino. De esta forma, estos aficionados adornan todo con un extraño tinte trival o incluso político a alguien al que, si hubiera dejado el fútbol para meterse en política y se presentase a las elecciones municipales (al menos), seguramente votarían como próximo alcalde de Gijón. Eso si, con el único mérito de haber salvado al Sporting.
El "abelardismo", pues, no es más que el -ismo de aquellos que pretenden de forma mal entendida ser algo más dentro del Molinón, donde el único -ismo que cabe, es el del sportinguismo. Si la banda del -ismo careciera de Abelardo, perdería el eje central que les sirve para sentirse más sportinguistas que nadie, y hasta insultar a los que no piensan como ellos. Y sintiéndose tan especiales, son muchos los que se permiten el lujo de clasificar a los integrantes del equipo como "uno di noi", o no, y silbarles aunque lleven la camiseta del Sporting.
Anti-abelardistas.
Quizá por eso, o por educación, los que queremos que el Sporting se salve esta temporada y se busque una solución pronto (como pueden ser los fichajes o el cambio de entrenador), no nos exaltamos tanto a la hora de defender el argumento a favor de la destitución de Abelardo, que es probablemente la mejor solución actual junto con la llegada de refuerzos.
¿Las razones para cesar a Abelardo?, fundamentalmente los cambios tan extraños y las decisiones no menos inexplicables. Esta temporada, con un equipo como hemos dicho con el que el técnico debería estar presuntamente encantado, resulta que no es así. Por ejemplo, Victor Rodríguez (el sustituto natural de Halilovic) ni siquiera juega. Otros que estuvieron 10 jornadas descartados, ahora resulta que son imprescindibles (Carmona), y el caso es que otros, como Cop (el fichaje más caro de la historia del Sporting), se van a la grada. Intrigante.
Por otra parte, esta campaña se han empleado 3 esquemas diferentes, cuyo cambio se ha debido a las pruebas. ¿La pretemporada solo sirvió para quedar en evidencia perdiendo 3-0 con el Lugo?.
Para terminar, mucho me temo que los jugadores han abandonado ya al técnico, dejándole a la deriva en espera de que le terminen cesando de una vez.
Pero Abelardo, que había asegurado que "nunca sería un obstáculo", ahora lo deja todo en manos del consejo. No debería extrañarnos, su sportinguismo quedó muy bien retratado cuando fue a retirarse como jugador al Alavés, olvidándo a "su" Sporting del alma.
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